miércoles, 6 de enero de 2010

LOS FUNERALES DEL PALABRERO MAYOR


Hay que ponerle gallina rellena/ que el rey es fino madre mía
Le pones la mesa bien servida/ tu sabes que el rey es gente fina
Le pones un buen arroz volado/ que coma el rey considerado

(Diosa Coronada - Leandro Díaz)

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Ursula se seco las manos en el delantal. Había trabajado toda la noche, presa de una inquietud que la llevaba a todas partes y le impedía estar serena. Un presentimiento la perseguía, y se entretuvo adornando sus pececitos y sus gallitos. Desde que el tiempo le sobraba como ahora, se tomó por costumbre dibujarle las alas a los gallitos, las escamas a los pececitos, y los ojitos a ambos, alegres o tristes, según el ánimo del día. Y fue tanto el empeño que puso en esto, que convirtió su tarea de repostera, en preciosismo de orfebrería. Al amanecer, sus animalitos de caramelo, estaban listos para la venta. Antes de salir de la cocina, dio una orden solemne, con tono de premonición ¨PREPAREN ARROZ VOLADO Y GALLINA RELLENA, QUE TODO ESTE LISTO, PARA RECIBIR AL REY¨ y el rey, vestía de guayabera, luciendo como para boda, pero dormido como para funeral. Los cabellos canos, asomando a raudales por la espesura de su pelo negro. El bigote imponente, las manos reposando, y la frente ancha, plena todavía, de las historias que le faltaba contar.

Unas velas enormes chorreaban en la noche espesa. Los olores de la ciénaga se aquietaron de pronto, y se trastocaron en perfume dulzón de frutos frescos.

La noticia de la muerte había corrido por toda la costa, desde el CABO DE LA VELA hasta CARTAGENA. Y por las regiones del interior, desde la JAGUA hasta PALENQUE, despertando a hombres y mujeres, de la siesta pegajosa en la que caían, apenas el calor se les volvía insoportable.

Las mujeres lo presintieron en el río cuando lavaban la ropa. Un rumor solapado les había erizado la piel, y se pusieron a golpear sobre el lomo del agua para propalar una noticia, de la que ni siquiera eran concientes. Cuando regresaron a sus casas, ya la tenían metida en la sangre.

Los hombres lo supieron en las cantinas, donde casi desfallecieron de sed, porque cada vaso que servían se vaciaba misteriosamente, sin que nadie los bebiera. Y los ancianos, que esperaban la muerte bajo los castaños, lo supieron, porque sintieron de pronto una fuerza descomunal que les estiró la piel rugosa, y empezaron a exhalar una música alegre de acordeón, que los llevaba a bailar en las calles.

Un grupo que lo supo en VALLEDUPAR viajó hasta FUNDACION, los de FUNDACION hasta FONSECA, y los de FONSECA hasta JUAN DEL CESAR, confundidos porque nadie sabía dónde había comenzado la parranda. Y a medida que andaban camino, se iban plegando a la caravana, los acordeoneros que salían de las bodas, los guitarreros que venían de las serenatas, y los cantores, que despertaban de sus borracheras.

Un cura viejo y sordo, se les plegó en ARACATACA. No sabía cuál había sido la última vez que había celebrado misa, ni si recordaba aún los oficios más rudimentarios. Pero estaba convencido, de que fue él, quien había derramado las aguas bautismales sobre el ahora difunto, y debía ser él, quien oficiara el responso.

La enorme caravana marchaba, al parecer, sin rumbo. Pero en la seguridad de que en cualquier momento llegaría donde él estuviese, para rendirle honores.

El aire caliente dio paso a una brisa inexplicable. Y el sonido de la cumbiamba traía consigo un eco rumoroso de gente que avanzaba. Cuando sus amigos arremetieron en el velorio, ya sonaba el acordeón. Gabo se incorporó, pero no con su cuerpo de todos los días, sino con el espíritu que le acababa de nacer. Y se vió a si mismo entre candelas, acostado en esa mesa donde lo velaban “¡QUE GORDO ESTOY!!” pensó, pero la reflexión no le quitó el apetito. De todos modos se le hizo agua la boca, cuando miró el sancocho que acababan de posar sobre el mantel.

Los amigos, se abalanzaron de lleno sobre los manjares que habrían de disfrutar en su nombre. Y brindaron y rieron pòrque así se lo habían prometido. En tanto él, los miraba con sus ojos incrédulos de muerto reciente. Temeroso tal vez de que lo olvidaran, y solo quedara de su persona, el vago recuerdo de un talego de huesos, como el que trajo Rebeca cuando llegó a MACONDO.

Salió a la galería, una música lejana venía con la brisa. Entre las sombras, vió a unas muchachas que bordaban en la oscuridad, y se afanaban, en la búsqueda de hilos y festones, dignos de la labor que realizaban “ÉS PARA TI MI REY” dijo una con intenciones de probarle la mortaja que estaban bordando. El asombro lo dejo perplejo. Le dolió pensar que debía irse para el otro lado, vestido con esa ridiculez “NI MUERTO ME PONGO ESO” respondió. Y le levantó la falda a una mulata que pasaba, convencido quizás, de que ese contacto lo sujetaría a la vida.

Al anochecer del primer día, se instalaron a orillas del pueblo unos artistas ambulantes para sumarse a los honores que le rendían. Pero con clara intención de juntar algunas monedas con su espectáculo. Después de todo, era una variante más para sumarse a la parranda.

Un gitano cobrizo de vientre prominente y dotado de una desbordante oratoria, anunciaba números artísticos, que encerraban pocos atractivos, pero que en su empeño por describirlos hacía surgir en la concurrencia una suerte de embelezo tal, que era él, en si mismo el propio espectáculo. Una apabullante verborragia, adornó su boca con palabras que ignoraba que existían. Y se vió de pronto, mencionando la magnificencia del hecho histórico, que se estaba manifestando ahí nomás, al alcance de todos:  nada más y nada menos que el velorio de Gabito. Y se convirtió sin proponérselo, en biógrafo espontáneo del ilustre muerto.

La parranda tan buena, las copas sedientas, tanto o más que quienes la bebían, la música incansable que se metía por la sangre, hizo que unos cuantos quedaran tendidos en el patio. A él también se le caían sus párpados de eternidad, pero por las dudas, por si la muerte fuese tanta, que no pudiese soportarse siguió bailando y disfrutando metido entre sus amigos. Se había vuelto incansable desde que le ocurrió lo de la muerte. Estaba decidido a no dejarse vencer, y dispuesto a no abandonar la parranda, que se le hacía imprescindible desde que ocurrió lo que le ocurrió.

Las mujeres estaban tentadas de llorar y hacían un esfuerzo enorme para mantener la risa ¡Tan lindo el muerto! Si hasta parecía que se mostraba con el esplendor de sus primeros años. Sorprendiendo a la concurrencia y a si mismo, que se veía ahí acostado, cuando en verdad se sentía en pleno festejo mezclado entre la gente.

Ya en la mañana del segundo día cuando empezaron a despedirse y él trataba de convencerlos de que no se fueran, que no lo abandonaran en los brazos eternos de la muerte, no hubo forma de detenerlos, y lo dejaron solo. Se levantó para acompañarlos, pero alguien dijo “TU NO GABRIEL, TU TE QUEDAS” y las palabras quedaron sonando, desgranándose como las cuentas de un collar que acababa de romperse. Cayendo de a poco, de a una, deteniéndose en una pegajosa eternidad. El pensó que así sería en adelante. Todo para él comenzaba a ser una lenta eternidad. De todos modos insistió en ir detrás de sus amigos, Aunque algo más fuerte lo detuvo. Cuando giró para verse allí tendido, entre esas flores y esas velas, un hombre de aspecto elegante se encontraba junto al cuerpo; era el doctor Juvenal Urbino, quien acercó un espejo a la boca del difunto, para corroborar que la muerte se había hecho cargo por completo ”MUERTO ESTA DE MUERTE CABAL” aseguró. Y colocó una pluma en sus manos, para que la concurrencia supiera, que el de la guayabera, con aires de parranda y solidez de difunto, fue el más insaciable escritor que dio la América Morena.

Un sentimiento de vanidad lo asaltó de pronto ante esa imagen. Pero a pesar de ello, pretendió cambiar toda esa gloria, por un minuto más sobre la tierra.
Los párpados se le caían. Las notas del acordeón, empezaron a sonar pastosas, lentas, como si la música se alejase de la escena, o como si él mismo, estuviese desdibujándose “¡CARAJO, QUE VAINA, ESTO SI QUE ES LA MUERTE!” se dijo. Y vió como sus amigos cargaban con una botella de cerveza, para seguir la fiesta en otra parte “ESTO SI QUE ES EN REALIDAD LA MUERTE, QUEDARME SIN ELLOS” Y se metió en la cocina, donde Ursula estaba comenzando el trajín del nuevo día. Y pensó, que si ella ahora preparaba sus animalitos de caramelo, para deleitar a los ángeles, quizás él, podría contarle sus historias, para que no se aburran de tanta eternidad.

Beatriz Fernández Vila

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NOTA:

En el prólogo de DOCE CUENTOS PEREGRINOS, Gabriel García Márquez relata haber soñado con su funeral. Aunque tenía conciencia de estar muerto, se veía rodeado de sus antiguos amigos, compartiendo una parranda. Después, según él mismo lo confiesa, intentó escribir sobre ese sueño, y no lo logró.

Eso fue para mí un disparador. Así nació este relato en su honor; LOS FUNERALES DEL PALABRERO MAYOR es lo que yo imaginé a partir de esa anécdota. Deposité en este texto mi respeto, y la libertad de decir cosas que él no hubiese podido decir de su persona.

Me apoyé en su obra, tomando personajes, y recreando situaciones de su maravilloso mundo. Lo demás es pura admiración.

3 comentarios:

  1. AMIGAMAGA:
    Quiero decirte que algo parecido a lo que te sucede con "Don Gabriel", me pasa, pero con vos.
    Hay algo que puede llamarse "admiración", que va más allá de la amistad y espero poder reflejarlo en este montoncito de letras que viene a continuación. Lo titulé "SE QUE LA MAGA SOS VOS"

    Salado lazo religa
    marañas de la cosecha;
    la maga baila y se amiga
    desechando toda endecha.

    Por eso libar la esencia
    de tu oriente, vivifica;
    jamás dejaste carencia
    en la letra, que no abdica.

    Gracias por el blog de vida
    gracias por la vida plena
    gracias por darle cabida
    a lo mejor de la escena

    que lleva tu nombre en sello
    como imborrable matriz;
    gracias por todo lo bello
    FERNANDEZ VILA, BEATRIZ.

    Esto no refleja totalmente los sentimientos. Cuando sepa escribir mejor, te haré otro. Seguí volando para mi placer, que es compartido con muchos que no se animan a dejarte un mensaje y te leen igual.

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  2. Por lo que veo, compartimos admiración. Y seguro que si García Marquez lo leyera, sentiría la tentación de estampar su firma en él.

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  3. Beatriz, encontré tu blog de casualidad. Te habla Daniel Arias, también del Circulo de los poetas.
    Vamos a hacer un reeencuentro el domingo 6 de junio en la confiteria CONTINENTAL de Av de mayo y san josé a las 6 de la tarde. Somos casi 10 de esa época. Mi correo es danielarias49@gmail.com hablame

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