domingo, 17 de enero de 2010

EL VALS DE LOS 15


Al buscar entre los recuerdos algunas imágenes que me ayudaran a hacer estas líneas, costó encontrarlas. Al principio no me di cuenta por qué. Después sí. Estuve buscando la figura de Alfredo Zitarrosa, entre los recovecos de la memoria, donde suelen guardarse las personas amadas y los momentos queridos. Pero allí no estaba. Casi una contradicción, pero, en realidad no lo era. Me equivoqué. Busqué a Zitarrosa en el lugar incorrecto. Debí buscar entre los afectos cotidianos, aquellos que uno lleva consigo todos los días, cuando ama a sus hijos, cuando se sube a un escenario, o se compone una canción. Por eso están tan nítidas las imágenes del cantor. Como las de aquella noche en el club Oeste, cuando lo vi por última vez. Durante su actuación estábamos todos enlazados por el embeleso que provocaba ese hombre serio, seco de palabras, de rostro severo y que, decían algunos, a veces solía sonreír. En un momento, alguien del público le pidió que cantara “María Pilar”. “Estando Teresa Parodi en la sala me parece prudente que me tome el atrevimiento de invitarla a cantar. Teresa…”, respondió. Me quedé dura. Después me levanté con dificultad y empecé a caminar. Tenía una sensación muy extraña. Mientras recorría los pocos metros que había hasta llegar al escenario, sentía una levedad increíble, pero al mismo tiempo, un peso muy grande me tironeaba hacia atrás. Estaba muy emocionada. Para mi era como si un enamorado pueblerino, en los años adolescentes me hubiera elegido para bailar el vals de los15. Los metros me parecieron kilómetros. Don Alfredo venía siguiéndome con la mirada. La gente gritaba nuestros nombres. Esa noche lo vi sonreír. Un espectador, seguramente alguien que lo quería y lo admiraba profundamente, como todos los que estábamos en esa cancha de básquet, se acercó a nosotros para tomar una foto. Alfredo se paró a mi lado, posando, al tiempo que le decía al improvisado fotógrafo con una sonrisa - que en los labios de aquel hombre que pocas veces reía, parecía mucho más hermosa -: “Fíjese en el compromiso que me pone…Nunca me pasó nada igual…Sáquela y mándeme una copia”… Y volvió a reír. Esta vez sin frenos. Un momento después estábamos cantando juntos la historia de María Pilar. No sé si afiné o si canté mal. Hice lo que pude. ¡Estaba haciéndole la primera voz nada menos que a Alfredo Zitarrosa, que cantaba un humilde tema mío…! Las piernas no me respondían. Como compositora, como cantora popular, como mujer, sentía todos los orgullos juntos. Aunque mi mayor orgullo fuera, también esa noche, que la gente, nuestra gente, supiera de qué estábamos hablando.

TERESA PARODI
(Enero 1994 - Diario “Página 12”)

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Yo también elijo buscarte entre las cosas queridas de todos los días.
Enero 17 de 2010

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