lunes, 23 de noviembre de 2009

UN POCO MAS


Un poco más, un poco nada más. Las últimas luces de la ciudad le lamen los talones llagados. “Sucios, negros de mierda, por qué no se buscan un laburo y se dejan de joder”. La ciudad bosteza, cuando abra los ojos, despertará hambrienta. La ciudad come sueños, se atraganta con la flaca realidad de los pobres. “No tienen para comer, pero traen hijos al mundo”. Un poco más.

La lluvia inclemente cae ahora, moja sueños la lluvia, ella también se atraganta con la realidad de los pobres. Los cartones se hinchan, eructan una pobreza soberbia, se agigantan bajo el agua insistente. Un poco más.

Debajo de las ropas mojadas hay un animal jóven, calor y sudor de una sangre impetuosa que echa sueños a borbotones. Un poco más.

El chaperío se dibuja ante los ojos, es gris, frío y gris, y huele a muerte. Y mata sueños, y derrumba el ímpetu. Y se solaza en el hambre. Y da hijos; es casi en lo único en que es pródigo el chaperío. Y en la tos, y en las fiebres, y en sanar en medio de otra enfermedad.

Se duerme ahora. El sol tímido del invierno le lame la cara. La tierra abierta le pide semillas. Un pájaro vuela y le regala sus colores. Una leche tibia le dibuja un surco en los labios y encuentra miel en el hueco de los árboles. Un poco más.

Se escapan los sueños. Un surco oscuro se abre ahora a sus pies y el sol no sale. Abre los ojos, la vida insiste.

Beatriz Fernández Vila