martes, 10 de julio de 2018

PRESENTACIÓN "LIRE" - EDITORIAL DUNKEN


El Domingo 20 de Mayo de 2018 en Editorial Dunken (Ciudad de Buenos Aires, República Argentina), fue presentada la Antología "LIRE", compilada por Romina Benítez.


Esta edición está enmarcada en el Programa ROI, con participación totalmente gratuita, de Editorial Dunken. En ella se incluye el cuento "HUÍDA APACIBLE" de Beatriz Fernández Vila, disponible para su lectura en este Blog.

HUÍDA APACIBLE


A las seis cuarenta y cinco llamó a la puerta. Abrió la secretaria, y él se sentó en la sala en penumbras. El bullicio de la ciudad sonaba amortiguado por el entorno confortable al que arribó después de escapar de la oficina. Se relajó en el sillón, y buscó algo para leer. En el consultorio no había revistas, sólo una pila de ejemplares especializados en congresos médicos, que abandonó después del primer vistazo para mirar hacia el ventanal que daba al jardín.

Las sensaciones que arrastraba no le impidieron distenderse. Le sorprendió gratamente la tranquilidad de ese momento. Se sentía bien al verse solo, y experimentar la comodidad que no era habitual cuando compartía el lugar con otros pacientes. Cerró los ojos. Luego los abriría a una paz profunda, donde se encontró con los ojos de esa muchacha, recostada sobre un tronco caído; con una sonrisa serena entre los labios, como disfrutando la placidez del instante. Un pequeño arroyo bajaba entre unas piedras grises, y la gramilla mojada se metía entre los pliegues de su falda. Era el atardecer, por lo visto de algún día caluroso, porque entre las ramas de los árboles se filtraba una luz rosada y la joven tenía los pies sumergidos en el agua. Su ropa era liviana, el encaje de la blusa parecía latir sobre una respiración acompasada. Un pequeño pájaro comía entre las hojas caídas. Y un sopor apacible enmarcaba el ambiente. Aturdido traspuso el espacio.

No pensaba en su salud. Una rebelión tenaz lo aferraba a la vida y suspendió la mirada en el camino que lo llevaba a la quietud de ese mundo. Sus pasos marcaron la gramilla fresca. Se detuvo a observar a la muchacha. Ella bajó la mirada. Él sólo atinó a contemplarla. “No puedo esperar toda la tarde”, le dijo seriamente perturbada. Él intentó una disculpa que calló. La tarde era tan perfecta, ya intentaría que se le fuera el enojo.

Después el doctor Blanes lo llamó con insistencia, hasta que terminó aceptando que se había marchado. Nada fuera de lo habitual, de no ser por esa sensación extraña que comparte con su secretaria desde aquella tarde. Obsesionados, porque nunca antes habían percibido la figura de aquél joven que se encuentra en el cuadro de la sala, junto a la muchacha de sonrisa serena, en el paisaje bucólico, una tarde calurosa, donde el sol se filtra entre el follaje.

Beatriz Fernández Vila