sábado, 18 de abril de 2020

BAJO LA DUCHA


Presurosa abre las canillas y el agua se precipita sobre ella que está muy retrasada esta mañana, el apuro la sobrepasa y le provoca una inquietud que no puede dominar, derrama un poco de jabón líquido sobre la esponja vegetal, y con movimientos rápidos la desliza sobre sus brazos y cuello, sobre el torso, y después por las piernas. Ayer había pensado largamente en evitar los movimientos enérgicos de la esponja sobre la piel, pero hoy ya lo ha olvidado, y sigue restregando con fuerza sobre cada tramo de su cuerpo. Sus brazos están rojos nuevamente, rumbo al desagote se escurre la espuma espesa, y debajo, unas formas irregulares se amontonan conformando algo semejante a un lienzo.  Ella supone que es un trozo de la cortina de baño que se ha desgarrado, y segundos después el lienzo se pega a sus piernas, trepa sus muslos, sube por su vientre, la asusta lo que está sucediendo. Le da terror eso que se le adhiere, con un movimiento violento de la esponja lo desprende, y vuelve a caer en la bañera, se escurre veloz junto con la espuma, y ella cree adivinar en él algo parecido a una boca, le da impresión. Sus músculos vuelven a sangrar como en días pasados. Unas gotas de sangre salpican los azulejos. La boca que creyó ver, tiene ahora una mueca de dolor insoportable. La espuma se ha vuelto de un intenso color rosa, fija la mirada en ella pero se escurre por completo y arrastra el último tramo del lienzo, un grito desgarrador se escucha en las cañerías de desagüe, todo su cuerpo es una llaga viva.

Beatriz Fernández Vila

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